23-07-2019 (Fuente: La Nueva España)
Ha pasado una de las etapas más duras y crueles para un deportista: las lesiones de larga duración. Pero no solo eso. Mateo Arellano, de 21 años y tras ser una de las firmes promesas salidas de la Escuela de Fútbol de Mareo, se llegó a plantear su retirada antes de tiempo y vio incluso peligrar su vida cotidiana. Duros golpes que le hicieron incluso caer en una pequeña depresión. Un oscuro túnel del que ha sido capaz de salir. Lo ha superado. "Casi no podía estar sentado, ni podía conducir, ni nada, tenía miedo de no poder hacer una vida normal, no sabía si iba a tener solución, estuve súper desanimado, sin ganas de hacer nada y depresivo, pero salí adelante", explica el mediocentro, nuevo jugador para esta temporada del Langreo, que ya ve la luz.
Ahora, vuelve a sonreír tras dejar atrás un duro calvario de lesiones. La última en la espalda, donde sufrió una protrusión discal que le ha mantenido alejado de los terrenos de juego durante quince largos y duros meses en los que ha buscado mil y un remedios. "Progresivamente vi que tenía más movilidad y eso me daba pie a intentar hacer algunos ejercicios que me habían mandado, hubo algún tratamiento que ayudó, le puse ganas, perdí el dolor y pude salir adelante", confirma.
Solo el gijonés, que cuenta en su historial con llamadas de la selección española sub-18 y sub-19, y el resto de sus familiares cercanos, saben por lo que ha pasado para volver a calzarse las botas y seguir con su pasión del fútbol. El verano de Mateo ha estado lejos de realizar viajes o de poder ir a la playa porque su única intención "era recuperarme cuanto antes". "Desde que finalizó la temporada entrené con Dani Sevas (preparador físico del Sporting B), no hubo día de descanso", explica. Su primera idea era la de "comenzar con el filial" sportinguista, con el cual finalizaba contrato el pasado 30 de junio. Pero no fue así. "Lo normal después de una lesión larga es dar un año para dar continuidad porque después de lesionarte es difícil encontrar equipo, pero no hubo acuerdo, te vas con mal sabor de boca porque las formas y la despedida no fueron ideales después de todos los años en los que estuve en Mareo", relata el gijonés. Así finalizó su etapa en el Sporting, con mal sabor de boca y con la pena que le invade por no haber podido ayudar desde dentro del campo a sus ya excompañeros.
Pero si la puerta del Sporting B se le cerró a Mateo Arellano, el centrocampista encontró otra abierta, la del Langreo. El conjunto de Ganzábal apuesta por el gijonés, que no dudó en aceptar la oferta para defender la elástica langreana. "Quería jugar en Segunda B, el Langreo me conocía y estoy muy agradecido, ahora quiero tener continuidad y demostrar de lo que soy capaz, quiero agradecérselo desde el campo", afirma con confianza. Una seguridad que ha visto confirmada con el paso de los primeros entrenamientos, en los que el dolor no ha hecho, afortunadamente, su aparición.
Por su cabeza, a pesar de vivir un calvario, no ha pasado la idea de cohibirse a la hora de dar un pase, hacer un recorte o forcejear con un compañero. No tiene miedo a recaer. "Es una alegría solo entrenar y ver que no tengo molestias, tengo muy buenas sensaciones con el balón, no he perdido el toque de referencia, estoy muy cómodo", analiza.
Estudiante de Ingeniería en Gijón, Arellano tiene la cabeza bien amueblada y las dificultades no han hecho más que reforzar su aspecto mental para combatir los problemas que se le presenten. Todo ello tras ver mucho fútbol desde la barrera, desde donde se dio cuenta de que "no valoramos todo lo que tenemos, somos unos privilegiados por jugar, las etapas de lesiones largas son fastidiadas, pero no hay que rendirse".
Mateo Arellano no lo hizo y ahora, quince meses después de caer lesionado, vuelve a sentirse jugador de fútbol. Una circunstancia que parecía impensable para él debido al calvario que ha tenido que atravesar, pero su constancia y lucha le han servido para ganar la batalla a una dura lesión de espalda. Está listo para dar su mejor pase, para ofrecer su mejor versión y para disfrutar del deporte, pero también de la vida.
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