20-05-1962 (Fuente: Hemeroteca El Comercio)
Partido de emoción, pero ayuno de calidad. Los locales salieron en tromba; los visitantes acusaban desconcierto. Total: a poco más de un minuto de juego el Béjar había marcado dos tantos obra de Ciruelo y Martín. En tanto que los locales se movían bien en el terreno, los asturianos fallaban en demasía. Los momentos de peligro en el área astur se prodigaban. Y en el minuto 43, Pablo remata a la red un córner. Finó el primer tiempo con un 3-0 que ponía la eliminatoria al rojo vivo. En la continuación, ya los forasteros jugaban con más aplomo. Su sistema defensivo funcionaba bien, al tiempo que sus delanteros inquietaban al marco local. Así, en el minuto 32, Artabe en un fallo del central local Silva, aminoraba distancias y y fijaba en el marcador el 3-1 que ya sería inamovible resultado. Victoria local y eliminatoria ganada por el Unión, que logra con ella, el ascenso a Segunda División.
Dirigió el partido el colegiado García Rivero, que hizo una labor formidable. Las alineaciones fueron estas:
UNIÓN. - Alarcia; Simón, Avendaño, Basteiro; Coto, Buendía; Pepito, Manolito, Jayo, Artabe e Iceta.
Béjar. - Paqui; Aguilar, Silva, Paquito: García, Chuchi; Pablo, Alberto, Martín, Santamaría y Ciruelo.
Como creemos que lo interesante de este duelo Unión - Béjar no radica en el partido definitivo, sino lo que pudiera decirnos algún testigo, nos hemos puesto al hablo con uno de mucha importancia, con alguien que, por su cargo, vivió al segundo las incidencias del mismo: el míster felguerino, el gijonés Germán, que también supo conducir al equipo a través de la temporada. Germán que todavía con los nervios imponiendo su mandato, pero sin poder ocultar su emoción, su alegría por el ascenso, fue, una vez más, amable, comunicativo.
—Dos goles en poco más de un minuto, ¿qué impresión te produjeron?
Supóntela. Fueron a modo de martillazo que acusamos todos: jugadores, yo, seguidores, directivos. El Béjar , aupado en la moral de los goles que dan siempre, se volcó sobre nuestro marco. Y pasamos no pocos apuros. Los goles relámpago. Las condiciones del campo, el griterío de los <bejaranos>. Por un momento pasó por nosotros el recuerdo del seis cero de la temporada anterior en El Calvario. Y creíamos que íbamos a conocer otro ídem...
—¿Tardásteis en reponeros?
—Sí. Hemos cumplido un objetivo. No era fácil. Lo hicimos bien. A pesar del 3-1, los errores iniciales fueron decisivos. Pero en el cómputo global, no hay duda de que merecemos estar en Segunda.
—¿Tácticamente sin reprochar?
El descanso nos valió de mucho. Allí, con serenidad, viendo el peligro en su justa dimensión, rectificamos algunas cosas, ordenamos nuestro plan de lucha y salimos dispuestos a que nuestra eliminatoria no se nos escapara.
—¿Fácil o difícil, el objetivo?
Difícil. El Béjar seguía atacando, lanzado en los alientos de un público extraordinario, para el once de casa. Pero nuestros jugadores ya se habían amoldado al campo, ya el balón ofrecía menos botes raros, porque los esperábamos donde se había de dar. Y poco a poco, en estupendo esfuerzo de todos, el partido se niveló. Y con los minutos, al tiempo que iba a menos el afán del adversario, crecía el nuestro. Luego llegó el gol de Artabe... y los minutos restantes ya fueron de menos agobio. La Segunda División estaba ante nosotros. Y nadie se echó atrás a la hora de hacer lo necesario -deportivamente hablando, claro- fuera.
—¿Contento, Germán?
No hay medida para calibrar mi satisfación. Y no por lo que yo pueda haber influido en el ascenso -que fue mínimo porcentaje-, sino porque lo merecían el club, los jugadores, la estupendísima afición langreana, toda la temporada tan unida al equipo, tan encariñada con los afanes de éste.
No había modo de seguir entreteniendo a Germán, al que todo el mundo felicita, al que abrazan efusivamente muchísimos aficionados. Y le dejamos. Bien merecido tienen el descando este competente entrenador gijonés, que ha dado a Langreo un puesto en la Segunda División que, estamos seguros, no será una categoría ancha, sino una menta en la que la alegría de hoy no cegará la responsabilidad de mañana.
EL COMERCIO, de verdad sinceramente, vive estos momentos de júbilo langreano con toda intensidad y hace votos porque el Unión Popular de Langreo no conozca en Segunda División más que caminos victoriosos. Vaya como final, por hoy, nuestra felicitación y enhorabuena para cuantos en el Unión -club y equipo- ocupan puestos de responsabilidad, tiene algún quehacer, así como para esa magnífica y veterana -rancia solera- afición langreana, que hoy vive momentos de euforia más que merecidamente ganados.